Carlos Alberto Estrada Pinto*
Fuente: Diario de Yucatán
Se ha dicho mucho, y no por ello deja de ser cierto, que la actualidad es un tiempo en el cual la información en exceso puede resultar confusa y dar lugar a un entorno en el cual predominen o bien las interrogantes, o peor aún, la preeminencia de una noción vaga e imprecisa de la realidad.
Ante ello, si el periodismo es independiente y libre, permite que quien tenga acceso a él pueda igualmente ejercer el libre albedrío con mayor capacidad para discernir y en consecuencia, decidir con autonomía y certeza.
Por supuesto que en el entorno de la formación profesional, y en la medida en que las aulas son un espacio para la identificación y comprensión del mundo, este nivel de competencia es más que deseable para que las y los egresados de nuestras universidades asuman sus funciones en el entorno laboral con la responsabilidad necesaria cuando se encuentren frente a disyuntivas y decisiones que demanden un pensamiento crítico.
Al respecto es interesante conocer las recomendaciones de la UNESCO con respecto a la formación periodística, que destacan la necesidad de establecer altos estándares en el ejercicio de la labor de la prensa para así poder fomentar “la democracia, el diálogo y el desarrollo”.
Entre las preocupaciones que comparte el mismo organismo de las Naciones Unidas se señalan las tendencias recientes del aumento de la desinformación que pone en duda el impacto y la credibilidad del periodismo en los últimos tiempos.
Su contrapeso sería entonces ese ejercicio con la necesaria libertad y la obligatoria responsabilidad, en equilibrio permanente, a fin de alcanzar la deseada libertad de expresión y el acceso para toda la comunidad a la información y el conocimiento.
Por otra parte, el desarrollo ulterior y vertiginoso de herramientas en las que se emplea la inteligencia artificial para generar contenidos irrumpe con nuevos y mayores retos para el periodismo contemporáneo.
La prensa libre puede estar en riesgo si lo que por un lado es, a decir de la UNESCO, una cobertura “profesional y segura”, ésta se traduce en información estandarizada a través de motores de generación de contenidos.
Frente a estos retos contemporáneos la existencia de modelos sólidos de ejercicio periodístico con la libertad y responsabilidad de las que ya hemos hablado permiten atenuar la presión mediática dispersa e inestable, y brindar a las y los receptores la posibilidad de comparar entre sí la información recibida de varias fuentes y, cuando es posible, con los hechos reales.
Con respecto al acceso de la ciencia y la academia a los medios de comunicación libres e independientes, no se debe olvidar que en su definición los medios necesariamente deben serlo.
Es decir, desde los manuales clásicos sobre la labor periodística se suele señalar su función de resolver la necesidad de la sociedad de saber qué sucede en su entorno, y esto de manera tan oportuna como verosímil, y ahora con el reto de la inmediatez de las redes sociales y otros medios de comunicación que pueden ser más rápidos, pero no necesariamente más precisos que la prensa profesional.
Por eso es también interesante situar el debate en la función de un periodismo profesional (porque libre ha de serlo por definición, como ya hemos dicho) que pueda dar cuenta de las acciones de la autoridad sin más filtros que la inevitable mirada humana que conlleva una carga subjetiva en el texto. Este ejercicio profesional de la tarea de informar cotidianamente puede favorecer al clima de seguridad social si genera una atmósfera de certidumbre con respecto a la realidad en la que está inmersa la comunidad receptora.
Como consecuencia de estos y otros aspectos, esta comunidad informada (y por otra parte inmersa en un clima favorable de estabilidad, seguridad y desarrollo) puede aspirar a crecer en su economía, mejorar su calidad de vida y fortalecer en general, el tejido social, entre otros progresos, sobre todo si se alcanza, como ha señalado Fernando Savater, anteponer la opinión privada a la pública y lograr, tras el conocimiento de los hechos, el criterio individual y la mirada propia.— Mérida, Yucatán.
*Rector de la Universidad Autónoma de Yucatán
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