viernes , 26 abril 2024
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Imponentes Termas de Caracalla

Franck Fernández (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Dicen que todos los caminos llevan a Roma. Y esto es cierto, porque en la época del imperio romano, los caminos estaban hechos de forma tal que todos convergían en la capital del imperio.

Uno de los principales caminos para llegar a Roma era la conocida Vía Apia, que venía desde el sur. ¿Qué más natural que mostrar a los visitantes de la capital del imperio edificios tan maravillosos como el Circo Máximo o las Termas de Caracalla, las primeras edificaciones que uno encontraba al entrar a Roma si lo hacía por esta famosa vía?

Si bien el hecho de tomar prolongados baños era costumbre de los romanos desde siempre, esta fue una costumbre que poco a poco tomó letras de nobleza. Desde pequeñas tinas no muy limpias con agua fría que eran en un comienzo, fueron desarrollándose hasta convertirse en verdaderos centros de ocio, recreación y cultivo para el intelecto y el cuerpo. Es por eso que los romanos decían: “Mens sana in corpore” sano, lo que significa “Mente sana en cuerpo sano”.

No cabe duda de que el exponente máximo de esta afición de los romanos por el agua y los baños fueron las Termas que construyó el emperador Séptimo Severo, pero que finalmente terminó su hijo Caracalla y ello en el año 217 de nuestra era.

Séptimo Severo fue un emperador que le dejó como herencia el imperio romano a sus dos hijos: Caracalla y Geta, con la intención de que gobernaran juntos como coemperadores.

No es necesario contarles que a los 9 meses de cogobierno Caracalla había cometido fratricidio contra su hermano Geta, haciéndose de las riendas del gobierno solo para él.

De Caracalla les puedo decir que su nombre era Marco Aurelio Severo Antonino Augusto y lo de Caracalla le viene como sobrenombre por una capa que usaba que tenía ese nombre.

A Caracalla se le debe la ley de extenderle la ciudadanía romana a todas las personas libres de las provincias del imperio.

Pero volvamos a las Termas que llevan su nombre, que es lo que nos ocupa hoy. Cuando digo que con estas Termas el gusto de los romanos por los baños tomó letras de nobleza no creo que sea una expresión suficientemente amplia como para dar una idea de la magnitud de este establecimiento.

Primero hablemos de su tamaño. Se extendían por un área de 11 hectáreas. Ahí encontrábamos un total de 64 cisternas de agua, cada una con una capacidad de 80 mil litros. Las había de agua fría, tibia y caliente. Todo el sistema de calentamiento de agua se lograba en los sótanos gracias al trabajo de los esclavos que, en un verdadero infierno de calor y humo, quemaban unas 10 toneladas de leña al día para poder mantener caliente todo este sistema.

En estas Termas de Caracalla podíamos encontrar diferentes secciones: desde el momento de la entrada hasta los vestuarios y de ahí se iba pasando en un recorrido casi ritual al que estaban acostumbrados los romanos para su aseo.

Pero a las Termas uno no solamente venía a bañarse y a relajarse. Aquí se venía después de una jornada de trabajo a discutir de política, a hacer negocios, a hablar de los hechos corrientes y, los romanos no eran una excepción, a hablar mal de los demás.

Estaban las secciones destinadas a los deportistas para que pudieran correr y hacer todo tipo de ejercicios de atletismo. Había bibliotecas para que los amantes de la lectura pudieran venir a distraerse con rollos hechos de corteza de árboles (no en balde la palabra corteza en latín es “liber”) en las que se encontraba una magnífica colección de obras en latín y en griego. Había jardines por los que se podía caminar y pasear y, si después de todo esto, le picaba un poco el hambre, como en los centros comerciales de nuestros días, no faltaba una zona donde podría encontrar distintas tabernas y pequeños restaurantes donde comer.

Debemos decir que gracias al concreto que habían inventado los romanos, ellos podían construir bóvedas y arcos lo suficientemente grandes como para crear inmensos espacios.

En el caso de las Termas de Caracalla estos estaban decorados con grandes planchas de mármoles, mosaicos e incluso frescos pintados en techos y paredes. Las esculturas representando a hermosos cuerpos femeninos y masculinos, de dioses y humanos, se encontraban por todas partes para el placer visual de los visitantes y grandes fuentes y columnas completaban la lujosa decoración.

Las Termas de Caracalla lograron sobrevivir hasta el año 537 cuando los ostrogodos, con su rey Viteges a la cabeza, procedentes del sur de la península escandinava, invadieron Roma y lograron dominarla cortándole todos los suministros de agua que los romanos habían construido durante siglos con un sofisticado sistema de acueductos.

Precisamente, el acueducto que se había creado en especial para alimentar con las grandes cantidades de agua que requerían las Termas de Caracalla era el talón de Aquiles de tan majestuosa y elegante instalación.

Una vez cortado el suministro de agua, ya las Termas no tenían ninguna razón de ser quedando abandonadas hasta que siglos más tarde distintos gobernadores de Roma, incluso Papas, se sirvieran profusamente de los ricos materiales de construcción, de las columnas, fuentes y estatuas que allí se encontraban para adornar otras instalaciones.

A muchos lugares de Roma y de otras ciudades fueron llevados objetos decorativos de las Termas de Caracalla. Ejemplo de ello son las dos grandes fuentes que encontramos hoy en la Piazza Farnese, delante de la embajada de Francia en Roma, considerada la más elegante embajada del mundo.

El visitante de nuestros días al entrar en lo que ha quedado de estas famosas Termas de Caracalla, a pesar de encontrarla sin techos, sin las baldosas ni las grandes planchas de mármol que revestían sus paredes y sin buena parte del piso, a pesar de todo puede tener una idea de las dimensiones y de la majestuosidad del lugar.

Si se hace el paseo con un ojo advertido y atento no deja uno de darse cierta cuenta del recorrido que llevaban los antiguos romanos al entrar a distraerse en las Termas de Caracalla.

La Alcaldía de Roma recientemente creó un sistema de lentes de realidad virtual que le permiten a los visitantes tener una idea más precisa de cómo eran en su época los sitios que visitan.

Las Termas se utilizan con regularidad para manifestaciones artísticas, en particular operísticas.

No lo olvide, después de visitar los restos de estas Termas de Caracalla y del Circo Máximo vecino puede también recorrer algo de la magnífica Vía Apia que unía Roma con el sur del imperio.

Traductor, intérprete y filólogo altus@sureste.com

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