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Marcelo Pérez Rodríguez (*)
Fuente: Diario de Yucatán
Algo está pasando en el estado cuando el gobierno es criticado duramente por actos, acciones y omisiones del gobernador y colaboradores. Y más sorprende si estos señalamientos se realizan cuando recién cruzamos los primeros seis meses de la administración.
Joaquín Díaz Mena llegó al gobierno por amplio margen y con muchas expectativas de los yucatecos en cuanto a los cambios que mejorarían la entidad y el bienestar de los yucatecos. Pero seis meses después hay muchas dudas y cuestionamientos sobre lo prometido.
Se le critica a Huacho la falta de proyectos propios y que solamente impulsa los inconclusos o le cambia de nombre a otros programas existentes. No ha surgido algo de la manga del gobernador que sea bandera del gobierno actual.
Además, actos que desencadenaron en agresiones contra manifestantes, mujeres en la marcha del 8 de marzo y profesores, fueron criticados duramente porque en vez del diálogo el gobierno humanista y que expresaba respeto a las protestas, utilizó la violencia para acallar las voces y evitar el paso a Palacio a los disidentes.
Desde la conformación de su gabinete el gobernador electo recibió críticas por el número de ex priistas en puestos importantes. Sin embargo, Huacho no dio marcha atrás, incluso presumió de ellos. El nuevo gobierno comenzó a surgir con sólido rostro priista y matices de panismo y morenismo.
Pero los conflictos internos en el gabinete se han dado desde el principio. Se recuerda mucho el escándalo de la famosa bofetada que un funcionario le propinó a otro con la consabida renuncia del primero. Tal vez el ego de unos, la inexperiencia de otros y buscar llevar agua a su molino de unos más propician esa falta de armonía y trabajo en equipo que se necesita, más cuando se habla de un gobierno diferente, humanista y preocupado por los más necesitados.
También la protección excesiva para unos provoca que los cuestionamientos y criticas arrecien, como el caso de la secretaria de Desarrollo Sustentable, Janine Patricia Quijano, mejor conocida como Federica Quijano, integrante del grupo Kabah, quien manejó la duplicidad de funciones durante estos meses sin problema alguno, como funcionaria y cantante de ese grupo musical, a pesar de las críticas constantes.
Sin embargo, hace unos días, ante las evidencias que nuevamente contradecían a Federica en sus declaraciones y por la presión ciudadana, el gobernador no tuvo más opción que pedir la renuncia.
Otro personaje envuelto en casos de corrupción y conflicto de intereses es el actual delegado de Bienestar en Yucatán, Rogerio Castro Vázquez, quien arrastra estos señalamientos desde que estaba en el Infonavit como secretario general y jurídico, pues favoreció a unos para colocarlos como funcionarios en la delegación Yucatán, pedía mochar los salarios de los trabajadores “para la causa”, estuvo presente en la entrega de viviendas con carencias y, además, en las investigaciones de Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, salen a relucir documentos firmados por él en donde favoreció en esa época a un socio de su hermano José Luis, quien era también socio de esas empresas favorecidas. Un escándalo que ya llegó al Congreso estatal y piden investigación.
Rogerio Castro otorgó contratos de Infonavit a un socio de su hermano
En la Secretaría de Educación se critica mucho al titular, Juan Balam Várguez, no solo por los paros y manifestaciones de los mentores ante la falta de diálogo y soluciones, sino también por nombramientos de funcionarios sin el perfil y actos de corrupción en la dependencia que, incluso, obligaron a un funcionario a renunciar.
En la Junta de Agua Potable, el director también está en la cuerda floja, y en otras dependencias se gestan inconformidades sin que se ponga un alto y surja el trabajo responsable.
El empresario Mario Millet Encalada, “el rey del moche”, sigue siendo el consentido del gobierno, pues goza de gran poder en el interior del gabinete por los amigos, socios y empleados del ayer, como el caso de Dafne López Martínez, jefe de asesores con Huacho Díaz. Y este es un punto oscuro para el gobernador.
Ni qué decir de otra piedra en el zapato: Roger Aguilar Arroyo, ex alcalde Motul envuelto en desvío de recursos durante su administración y hoy protegido del gobernador quien lo tiene en el Instituto de Desarrollo Regional y Municipal.
En la entidad la seguridad se ha resquebrajado. Los robos y la delincuencia se multiplicaron en Mérida y muchos municipios. Además los policías actúan con prepotencia: “maquillan” a los detenidos, maltratan a las mujeres, irrumpen con violencia en domicilios equivocados y detienen a discreción. Algo está pasando entre el gobernador y el titular de la Secretaría de Seguridad, pues, al parecer, no hay una adecuada coordinación, comunicación y entendimiento entre los dos.
Hay todavía un gobierno y un gobernador sin rostros definidos. Son solo seis meses transcurridos, pero lo preocupante es que hay duras críticas e incluso una encuesta surgida que reprueba al gobernador.
El gobernador puede tocar la guitarra, cantar, bailar o dar una receta de cocina, pero también debe estar pendiente de las necesidades de los yucatecos y cumplir con el renacimiento y el bienestar. Quizá se ha mostrado bailando o cantando en momentos de huracanes, manifestaciones y protestas dispersadas con gas o agua o en situaciones complejas, de aquí las críticas de muchos por sus aficiones musicales.
O el gobernador se decide a ir por el rostro democrático, humanista y con liderazgo, que desea y aspira, o va por el que tuvieron las tres administraciones estatales anteriores, solapando los abusos, el conflicto de intereses, los “moches” y la corrupción. Sería el cuarto rostro de lo mismo. Mientras se decide tenemos a un gobernante sin rostro. Mérida, Yucatán.— Mérida, Yucatán
(*) Profesor