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22 de abril, 2025.- El mundo católico atraviesa días de luto tras el fallecimiento del papa Francisco, ocurrido el lunes 21 de abril de 2025, a los 88 años. Fiel a su estilo austero, el primer pontífice latinoamericano y jesuita dejó claras instrucciones sobre cómo deseaba ser despedido: con humildad, sin ostentación y como “un hijo más de la Iglesia”.
En 2024, Francisco modificó el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, documento que regula los rituales fúnebres de los papas, con el objetivo de devolverle a la ceremonia un enfoque más pastoral y espiritual, alejado de los tradicionales signos de poder.
Estos fueron sus principales deseos para el funeral:
Simplicidad en los ritos: Quiso que su funeral reflejara la fe en Cristo resucitado, evitando cualquier gesto de grandeza o autoridad terrenal.
Ataúd único: Rechazó los tres ataúdes tradicionales (ciprés, plomo y roble) y eligió un solo ataúd de madera, con revestimiento interior de zinc.
Sin catafalco: Su cuerpo no será expuesto sobre un estrado elevado en la Basílica de San Pedro ni habrá un velatorio especial para autoridades o dignatarios.
Lugar de sepultura: Pidió ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en lugar de la cripta papal del Vaticano.
El rito fúnebre será presidido por el cardenal camarlengo, Kevin Farrell, en la capilla de la residencia Domus Sanctae Marthae, donde Francisco vivió durante todo su pontificado. Posteriormente, sus restos serán trasladados a la basílica que él mismo eligió para recibir el último adiós de los fieles.
Con esta despedida, el papa Francisco reafirma en la muerte lo que predicó en vida: una Iglesia más sencilla, más cercana al pueblo y menos apegada a los símbolos del poder. Su legado permanece vivo en los corazones de millones de personas que hoy lo despiden con gratitud y esperanza.
