viernes , 26 abril 2024
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Faraones y elefantes

Los proyectos de Vila

Dulce María Sauri Riancho (*)

Fuente: Diario de Yucatán

“Esta obra es un elefante blanco”, “Al (presidente, gobernador) le gustan los proyectos faraónicos”. Con cierta frecuencia escuchamos estas expresiones cuando comentamos sobre determinadas acciones y decisiones de quienes nos gobiernan.

En la cultura occidental compartimos el significado de “elefante blanco” que nos sirve para describir edificios u obras gubernamentales que tienen un alto costo en su construcción, elevado mantenimiento y escasa o nula utilidad social y económica.

Los paquidermos con este color son muy escasos, una especie de anomalía genética que hace su piel marrón-rojiza. Hasta la fecha, en Asia estos animales son venerados, y su detección y captura son consideradas augurio favorable para el monarca de Tailandia o para la dictadura militar de Myanmar. Se dice que su reputación negativa proviene de una práctica atribuida a los reyes de Siam (Tailandia) quienes, cuando querían castigar a algún súbdito notable, le regalaban alguno de estos animales sagrados, cuya manutención era tan costosa que les provocaba la ruina.

Es sabido que el calificativo “faraónico” proviene de estas extraordinarias pirámides construidas bajo el mandato de los gobernantes egipcios. A diferencia del caso anterior, este concepto se asocia a lo grandioso y fastuoso, de magnitud colosal. Tiene, no obstante, una parte negativa, cuando se promueven gigantescos proyectos que difícilmente llegan a su culminación. En este sentido, puede asociarse a lo innecesario, incluso superfluo.

Con albos paquidermos y enormes construcciones en mente, les propongo que demos un vistazo a cuatro proyectos que se encuentran en fase de transitar de la idea germinal hacia su concreción, bien sea porque han logrado recibir recursos —públicos o privados, o de ambos—, o porque ya se hallan en fase de ejecución.

1.- Progreso y su puerto. El gobierno de Mauricio Vila recogió con enjundia la ampliación de la más importante instalación portuaria de la península. En julio pasado se suscribieron los convenios entre la administración federal y la del estado para promover ampliar la profundidad y la anchura del canal de acceso (una especie de supercarretera para los grandes barcos), que pasará de 9.75 metros actuales a 14.4 metros de profundidad. Además, la actual plataforma de maniobras, de 32 hectáreas, tendrá una primera ampliación de 40 hectáreas más. Para dar una idea del tamaño de la obra, imaginemos que a los 30 campos de fútbol les sumarán otros 40. Y es una ampliación que puede extenderse hasta 120 has, si las promociones gubernamentales para atraer a diversas empresas dan resultados.

Enorme desafío conseguir los 4,000 millones que costará la obra, cuando el gobierno federal se ha mostrado reacio a gastar en otros proyectos que no sean propios. Pero también habrían de sumarse recursos privados, si logran superar la desconfianza creada por las recientes decisiones del presidente López Obrador. ¿Obra faraónica? Sí, pero necesaria para consolidar al puerto de altura de Progreso como suministrador de servicios de carga de contenedores, turísticos y —de prosperar— de reparación, conversión y mantenimiento de embarcaciones. Es también el sentido de revivir una polémica propuesta para construir un puente que una el viaducto del puerto de altura con la autopista a Mérida. Espero que haya suficiente información por parte de las autoridades hacia quienes habitan el puerto, para que puedan tomar decisiones adecuadas al tamaño de los propósitos gubernamentales.

2.— “Va y Ven”. El 13 de octubre, en el Diario Oficial del Estado, se publicó la reforma al transporte público con la presentación del programa “Sistema Metropolitano de Movilidad Amable y Sostenible”. Desde el gobierno anterior se había suscrito con la Secretaría de Hacienda y Banobras un convenio de apoyo financiero para desarrollar el “Sistema Integrado de Transporte en la Zona Metropolitana de Mérida”. En un raro caso de continuidad institucional, el gobernador Vila logró la reactivación del acuerdo el año pasado, con una inversión total por 2,733 millones de pesos provenientes de recursos federales (Fonadin), estatales y del sector privado, a erogar en tres años. Apenas se pusieron en circulación 17 unidades nuevas de un total de 40 que circunvalarán los 52 km del Periférico. Habrán de construirse cinco centros de transferencia para integrar siete ejes radiales para transbordo de quienes requieren continuar su viaje al interior de la ciudad de Mérida. La tecnología servirá para adquirir y utilizar un solo boleto para toda la trayectoria. Es, sin duda, ambicioso este proyecto porque implica una amplia reordenación del transporte urbano, pues sin ella no será más que otro de los intentos fallidos para proporcionar servicio digno a la mayoría de la población. ¿Faraónico? No; posible y necesario, sí.

3.— Tren Maya. Desde hace casi un año quedó interrumpida la comunicación ferroviaria de Yucatán con el centro del país. Los terraplenes, durmientes y rieles de la ruta Chiapas-Mayab, en el tramo Palenque-Valladolid han sido levantados y sustituidos por otros más adecuados a la velocidad y peso que tendrán los nuevos convoyes. Es difícil que esta obra federal se encuentre concluida y operando en las fechas fatales que el presidente López Obrador ha señalado. Ojalá así sea, al menos la parte que nos compete, para volver a estar unidos por ferrocarril hasta la frontera norte de México. ¿Faraónica? Sí, y además con la amenaza del “elefante blanco”: costosa en su construcción y operación, quizá inútil para el fomento turístico que se propone. Ya veremos.

4.— ¿Traslado o nuevo hospital? Ni duda cabe: el O’Horán se encuentra desbordado desde hace varios años. Las sucesivas ampliaciones sólo han servido para paliar temporalmente los problemas más severos, no para anticipar su desarrollo futuro. En ese sentido, ¡bienvenido el proyecto! No obstante, surgen muchas interrogantes: ¿por qué no aprovechar el Hospital Regional de Alta Especialidad, que ya existe y funciona parcialmente? ¿Dónde está el programa integral de infraestructura hospitalaria de Yucatán para los próximos 30 años? No podemos darnos el lujo de elefantes blancos en Salud, tal como parece sucede por el rumbo de Altabrisa. Y, en caso de traslado o nuevo hospital, las instalaciones del centenario hospital deberán ser rehabilitadas para continuar brindando servicios médicos y de formación a las generaciones de estudiantes de Medicina, hoy sus vecinos más próximos.

Sólo tomé cuatro casos. La tiranía del espacio no me permitió abordar otros posibles prospectos, como el nuevo aeropuerto de Mérida, en terrenos de Hunucmá; o el Estadio Sostenible en Sodzil. Mi correo está abierto para registrar propuestas de proyectos faraónicos y candidaturas a elefantes blancos, pasados, presentes y futuros. — Mérida, Yucatán.

dulcesauri@gmail.com

Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán

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