Ariel Avilés Marín
Fuente: Informe Fracto
En un nutrido universo de catorce hermanos, Elvia Carrillo Puerto fue la quinta hija del matrimonio de don Justiniano Carrillo y doña Adela Puerto, siendo los más destacados ella, Felipe y Acrelio. Nace en Motul el 30 de enero de 1881, su educación fue autodidacta, y ejerció el magisterio en su ciudad natal. Usualmente, aunque se le da un reconocimiento público, sucede con ella lo que con Alma Reed, se tiende a supeditar su figura y su acción a la de Felipe, cuando en muchos aspectos, sucede precisamente lo contrario; muchos de los actos más avanzados de la gestión gubernamental de Felipe, fueron realmente proyectos impulsados por Elvia. Fue una feminista radical, fue una convencida del socialismo y su lucha por lograr el voto de la mujer en nuestro país, se extendió largamente en el tiempo. Afortunadamente, la vida le permitió ver realizado este sueño dorado de su vida, pues el voto les fue concedido a las mujeres en 1953, bajo la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines. Sin embargo, su vida terminó tristemente lejos de su amado Yucatán, pues tuvo que exiliarse del estado por un acoso violento, hasta de los propios socialistas.
Elvia, nunca tuvo contacto como alumna con la maestra Rita Cetina, pero se reivindicaba como su discípula intelectual y también colaboró en la revista “La Siempreviva” donde publicó varios trabajos. Honró la memoria de la maestra, al fundar la Liga Feminista, a la que puso el nombre de “Rita Cetina Gutiérrez”. Sostuvo una relación muy estrecha con otra gran promotora del voto femenino, la duranguense Hermila Galindo, con quien sostuvo una rica correspondencia que se conserva, y que nos da noticia de la lucha de estas mujeres por una democracia inclusiva. Apenas actualmente se está dando un reconocimiento público a su vida y su acción, tanto en la legislatura de Yucatán, como en el Congreso de la Unión. Su primera incursión en un hecho trascendente en la historia, fue su acción como espía y correo en el “Plan de Dzelcop”, de Valladolid, conocido como “La Primera Chispa de la Revolución”, en el que participa también su hermano Felipe. También apoyó con acciones el movimiento de Francisco I. Madero como anti reeleccionista. Al llegar a Yucatán la Revolución Constitucionalista, con Salvador Alvarado a la cabeza, Elvia fue de las primeras en acercarse al revolucionario y colaborar con él, ella misma sirvió de enlace para establecer el contacto entre Alvarado y su hermano Felipe, que redundaría en la formación del Partido Socialista del Sureste, hoy, tristemente reducido a un membrete sin acción.
Foto del Archivo de Salvador Peña
En 1912, funda en Motul una organización de mujeres campesinas, que fue la primera de su tipo en México. En 1916, se lleva a cabo el Primer Congreso Feminista, llama poderosamente la atención que Elvia no hubiera participado en él, siendo una activa y convencida feminista, los estudiosos en la materia han concebido dos posibles explicaciones, que Elvia era demasiado radical, y este congreso fue bastante moderado, o bien que en el congreso participaron mujeres con títulos profesionales, mayormente profesoras, y Elvia no tenía título alguno. Pero Hermila Galindo si trató de participar y no se lo permitieron, sólo se permitió que enviara una carta, la cual fue leída durante las jornadas de trabajo del congreso. En 1918, participa en el Congreso Obrero de Motul, con su compañera de lucha, Rosa Torre González, evento en el que sufrió una terrible discriminación, pues los socialistas les negaron el derecho de voz y voto en el evento. Definitivamente su lucha más trascendente fue la desplegada por lograr que se reconociera el derecho de la mujer para participar en la vida política del país, de tener el derecho de votar y ser votada, causa que abarcó la lucha nacional por lograrlo, Elvia participó en varias marchas de feministas en varios lugares de la república, como la marcha de 1919 en la Ciudad de México. En 1921, logra la adscripción de la Liga Feminista al Partido Socialista del Sureste, y se le asigna una oficina en el Ateneo Peninsular.
Su lucha se vio coronada al llegar Felipe a la gubernatura de Yucatán, y se autoriza que la mujer participe en la lucha política del estado y vote y sea votada. La legislatura del estado, en 1922, invocando que la Constitución General de la República, si bien no autorizaba expresamente, no prohibía la participación política de la mujer, autoriza su participación en la gesta político-electoral; así, al calor de Elvia, en Yucatán se elige a las tres primeras diputadas de la república, la poeta Beatriz Peniche Barrera, la profesora Raquel Dzib Cicero y la misma Elvia; en el Ayuntamiento de Mérida, es electa regidora Rosa Torre González. Este hecho sienta un precedente en la vida democrática del país. Sin embargo, al ser asesinado Felipe, las tres diputadas fueron expulsadas del congreso, y en el ayuntamiento es forzada la renuncia de Rosa Torre. La muerte de Felipe es pagada por prominentes empresarios, de lo más selecto de la oligarquía yucateca; la suerte de Elvia no fue menos violenta, pues a ella, la asedian la oligarquía y hasta los mismos socialistas. Ya en el proceso electoral, Elvia había sufrido una grave agresión, el candidato perdedor la ataca a balazos, y sufre una herida de bala de gravedad menor. Ya muerto Felipe, las agresiones van subiendo de tono, hasta llegar al incendio de su casa. Temiendo por su vida, se exilia de Yucatán.
Foto del Archivo de Salvador Peña
Vive brevemente en Tabasco, y en 1925, con el apoyo del presidente Calles, se traslada a San Luis Potosí, donde la ley ya permitía la participación de la mujer en la vida electoral, es electa diputada ahí, pero estalla la Guerra Cristera, y el Congreso de la Unión anula la elección. Decepcionada, Elvia se traslada a vivir a la Ciudad de México, donde cae en una profunda depresión que la sume en unos graves tabaquismo y alcoholismo que van minando su belleza y su salud. Pasa sus últimos días en la pobreza, en un pequeño departamento en la calle Puente de Alvarado, en la colonia Rivera de San Cosme, en la Ciudad de México, donde la muerte la sorprende el 15 de abril de 1965. En vida, recibió muy poco reconocimiento, en 1952, la Cámara de Diputados la reconoció como “Veterana de la Revolución Mexicana” y le concedió la Medalla de Honor al Mérito Revolucionario. Los verdaderos reconocimientos vinieron después de su muerte en forma extemporánea e injusta. Actualmente, su nombre está inscrito en la sala de sesiones del Congreso del Estado de Yucatán, y su busto fue colocado a su entrada. Apenas el pasado noviembre, su estatua fue colocada junto a la de Felipe en su natal Motul. En octubre de 2013, la Cámara de Senadores creo un reconocimiento con su nombre que se entrega cada año, el 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer.
¿A qué se debió el encono tan grande contra esta destacada e inquebrantable mujer? Pues desde la década de los 20 del siglo pasado sus acciones con la Liga Feminista abordaron temas tan sensibles como la alfabetización de la mujer, su mejoramiento económico y social, ofrecieron conferencias sobre el control de la natalidad, higiene y otros temas para la superación de las mujeres, fundaron una escuela nocturna para las mujeres trabajadoras, y lograron que la Liga Feminista tuviera sesenta y cinco réplicas en todo el estado, difundiendo así masivamente esas ideas. A nivel nacional, organizó a las empleadas de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, a las de Desarrollo Rural Pesca y Alimentación, creando con ellas la Liga Orientadora Feminista y Socialista, para defender en forma organizada sus derechos laborales. Todas estas acciones crearon un odio exacerbado contra su persona en un sistema machista que no se lo perdonó jamás. Si su hermano Felipe ha sido nombrado como el “Mártir del Proletariado”, sin duda, Elvia es una mártir de los derechos de la mujer en nuestro país. La incorporación plena de la mujer a la vida pública, económica y política de México, es producto de las mujeres que, como Elvia Carrillo Puerto, dejaron su vida en la lucha. Mérida, Yuc., a 8 de febrero de 2021.