lunes , 15 septiembre 2025
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El Gran Museo del Ermitage en Rusia

Franck Fernández Estrada (*)

Fuente: Diario de Yucatán

El Museo del Ermitage de San Petersburgo, uno de los museos más grandes y prestigiosos del mundo, no solo se destaca por la magnitud de su colección y la riqueza de sus exposiciones, sino también por su relevancia histórica, política y cultural.

Fundado en 1764 por Catalina la Grande, este museo ha sido testigo de la evolución de Rusia, de la relación entre el poder político y el arte y de los grandes movimientos culturales que marcaron el paso de los siglos. Su historia, su crecimiento y su perpetuación a través del tiempo lo han convertido en una institución clave, no solo para Rusia, sino para la historia de la humanidad.

Pero quiero comenzar hablándoles de la historia de este maravilloso conjunto de edificios que constituyen hoy el día este renombrado museo. La historia comienza con Pedro el Grande, quien comenzó la construcción de este gran conjunto palaciego, pero de madera. Su esposa e hija continuarían la obra de Pedro hasta que llegó Catalina la Grande, una de las monarcas más influyentes y cultas de la historia rusa.

Catalina fue una emperatriz de origen alemán que se casó con el zar Pedro III de Rusia cuando aún era zarévich. Ascendió al trono tras la muerte de su esposo el zar en 1762. Para muchos esta muerte fue un asesinato encargado por la misma Catalina. Durante su reinado, que duró hasta 1796, Catalina la Grande impulsó un amplio programa de reformas y modernización que incluía, entre otras cosas, la promoción de la cultura y las artes. Su ambición por posicionar a Rusia como una nación moderna y culturalmente avanzada en Europa fue uno de los motores de su política interna.

En 1764, Catalina compró una destacada colección privada de arte de un comerciante alemán, Johann Ernst Gotzkowsky, que incluía obras de arte de Europa occidental. Esta adquisición constituyó la semilla de lo que más tarde sería la gran colección del Museo del Ermitage. Inicialmente, la colección fue pensada para ser de uso privado de la emperatriz y la corte. La célebre colección se instaló en el Palacio de Invierno, la residencia oficial de los zares en San Petersburgo. El museo fue concebido como un lugar de disfrute privado, un espacio exclusivo para la monarquía y la aristocracia rusa.

La emperatriz continuó adquiriendo obras maestras de grandes artistas europeos. Fue durante su reinado que se comenzó a estructurar lo que hoy se considera una de las colecciones de arte más importantes del mundo. Sin embargo, a lo largo de las décadas siguientes la colección se amplió bajo los reinados de los sucesores de Catalina. Entre las adquisiciones más notables se incluyen obras de Rembrandt, Tiziano, Van Dyck y otros grandes maestros europeos. Además, Catalina la Grande promovió la llegada de otros objetos de valor histórico y artístico, como antigüedades griegas y romanas, que ayudaron a convertir al Ermitage en un centro cultural de primer orden.

Durante el siglo XIX, bajo el reinado de su hijo, el zar Nicolás I, el Ermitage comenzó a abrirse más al público. En 1852, el museo se convirtió oficialmente en una institución pública, toda persona podía entrar a contemplar las colecciones del palacio. Fue en ese año que se abrieron al público las puertas del segundo edificio dedicado al museo, se le llamó Nuevo Ermitage. Es un edificio muy sencillo puesto que toda la atención al mirarlo se quería se centrara en su puerta, rodeada por 10 grandes atlantes de granito gris.

El siglo XX fue un período de transformaciones dramáticas para el Museo del Ermitage, tanto a nivel político como cultural. La Revolución Rusa de 1917 marcó el comienzo de una nueva era para la institución. Con la caída de la monarquía rusa y la instauración del régimen soviético, el Ermitage pasó de ser una propiedad de la aristocracia zarista a un patrimonio del pueblo ruso.

En los primeros años del régimen soviético, el Ermitage experimentó una reorganización profunda, con un énfasis renovado en la educación y la divulgación del arte. Sin embargo, el período soviético también fue uno de grandes desafíos para la institución. Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, San Petersburgo, que en ese momento era conocida como Leningrado, fue sitiado por las fuerzas nazis. El sitio de Leningrado fue uno de los más largos y devastadores de la historia. El Ermitage estuvo en grave peligro. Muchas obras de arte fueron evacuadas a lugares más seguros, pero la destrucción y el saqueo de los bienes culturales rusos durante la guerra fueron una de las grandes tragedias para el patrimonio nacional, aunque no precisamente dentro del Ermitage, puesto que los nazis nunca lograron entrar a la antigua capital rusa.

A pesar de los estragos de la guerra, el Ermitage logró sobrevivir. Muchas de sus piezas fueron restauradas con el tiempo.

En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, el museo continuó creciendo en importancia. Durante la época soviética, el Ermitage no solo preservaba el patrimonio cultural europeo, sino también el arte socialista. El museo se convirtió en un lugar donde se discutían las tensiones entre la preservación de la cultura clásica y la promoción de la ideología política del régimen. A pesar de la censura y las restricciones que marcaron gran parte de la era soviética, el Ermitage siguió siendo un centro de excelencia cultural y académica.

Con la caída de la Unión Soviética y el colapso del régimen comunista en 1991, el Museo del Ermitage entró en una nueva fase. El Ermitage se consolidó como uno de los museos más importantes y visitados del mundo, con un enfoque más global que nunca. Su impacto no solo se limita a Rusia, sino que tiene un alcance internacional. La apertura de Rusia al mundo permitió que el museo no solo se modernizara en términos de infraestructura, sino que también se internacionalizara.

En 2014, el museo inauguró una nueva sede en Ámsterdam, lo que marcó el comienzo de un ambicioso proyecto para expandir la presencia del Ermitage a nivel mundial. Esta fue una sabia decisión de las autoridades de arte de Rusia y de los Países Bajos, creando una gran colaboración para la presentación de obras de arte de los fondos del Ermitage al público de los Países Bajos. Sin embargo, la política y las malas decisiones del presidente de Rusia llevaron a ese país a una traicionera e injusta invasión de Ucrania. A partir de ese momento muchos países tomaron radicales distancias con Rusia.

Lamentablemente el Ermitage de Ámsterdam fue uno que tuvo que pagar tan malas decisiones de Putin. Si bien el museo no ha cerrado sus puertas, ha cambiado su nombre por el de Museo H’ART.

En estos momentos, el Ermitage de San Petersburgo es un verdadero tesoro cultural que alberga más de tres millones de obras de arte. Su colección abarca una amplia variedad de disciplinas, desde la pintura, la escultura y la arquitectura hasta la arqueología y las antigüedades. Dentro de su colección, destacan los trabajos de los grandes maestros del Renacimiento, los impresionistas franceses, el arte europeo medieval, el arte asiático y las antiguas civilizaciones egipcia y griega. Algunas de las obras más famosas que se exhiben en el Ermitage incluyen la “Madonna Litta” de Leonardo da Vinci, la “Danae” de Tiziano y una de las colecciones más completas de Rembrandt fuera de los Países Bajos.

A pesar de los retos políticos y económicos que ha enfrentado Rusia en las últimas décadas, el Museo del Ermitage sigue siendo una de las principales instituciones culturales del mundo. Su vigencia en el siglo XXI se debe, en gran medida, a su capacidad para adaptarse y a su continuo compromiso con la conservación del arte, la educación y la accesibilidad.

El Ermitage también enfrenta los desafíos propios de ser una institución tan vasta, lo que requiere un esfuerzo continuo para asegurar la conservación de sus colecciones. A lo largo de los años, el museo ha demostrado una capacidad admirable para adaptarse a las cambiantes circunstancias políticas y económicas, manteniendo su misión de ser un guardián de la cultura humana y un centro para el disfrute del arte.

Por sobre todas las cosas, el Museo del Ermitage es un emblema de la historia y la cultura de Rusia, un testimonio del desarrollo de la civilización humana y una de las instituciones más importantes del mundo. Desde su fundación bajo Catalina la Grande hasta su presencia en el siglo XXI, ha jugado un papel crucial en la preservación del arte y el patrimonio cultural. Su vastísima colección, su historia rica y compleja y su capacidad para mantenerse vigente en el mundo contemporáneo lo convierten en un faro de la cultura mundial.

Su impacto seguirá siendo profundo en las generaciones venideras, asegurando que las riquezas culturales que alberga continúen inspirando y educando a públicos de todo el mundo.

(*) Traductor, intérprete y filólogo.

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