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José Santiago Healy
Fuente: Diario de Yucatán
Es evidente que el desplome del gobierno de López Obrador en términos de popularidad y fuerza política se ha iniciado y podría acelerarse en los próximos meses, si el régimen mantiene su perfil autoritario, revanchista y antidemocrático.
Tradicionalmente, los presidentes mexicanos gozan de enorme popularidad en los primeros tres años del sexenio y van retrocediendo conforme se acerca el fin del régimen.
Con López Obrador es muy probable que se repita la historia, a pesar de la fuerza que ha alcanzadosu partido y su corriente política; sin embargo, nada ni nadie es eterno y menos en la política mexicana.
En las décadas anteriores vimos declives políticos impresionantes, como los de Luis Echeverría y José López Portillo, quienes acumularon enorme poder y arrastre, pero sus políticas fallidas ocasionaron el descontento popular y con ello el repudio de los ciudadanos.
Situación similar ocurrió con Carlos Salinas de Gortari, cuya popularidad fue por demás efímera. E incluso Vicente Fox, el héroe de la democracia y de la transición política, vivió un dramático final en el que su partido estuvo a punto de perder la Presidencia.
De Calderón y Peña Nieto mejor no hablamos; arribaron al poder con gran capital politico y lo perdieron al paso de sus gobiernos; peor le fue al mexiquense cuyo gobierno nunca pudo quitarse la imagen de corrupto y frívolo.
López Obrador agitó muchas banderas para llegar al poder, pero una a una se le van cayendo y cada día son menos los mexicanos que creen en su capacidad para gobernar y peor todavía en su cacareada campaña en contra de la corrupción, la inseguridad, la democracia y la libertad.
En las últimas semanas se han acumulado varios descalabros políticos y sociales que conviene mencionar.
La dramática muerte de cuarenta migrantes en un centro de detención en Ciudad Juárez manejado por el Instituto Nacional de Migración y que hasta el momento no ha tocado a los altos funcionarios del régimen será un acontecimiento muy difícil de olvidar.
Podría convertirse en el parteaguas del sexenio de López Obrador, tal como ocurrió con Ayotzinapa en el gobierno de Peña Nieto.
El tratamiento del escabroso tema del fentanilo es otra derrota de la 4T; mientras el primer mandatario jura y perjura que en México no se produce ni se exporta tal sustancia, en Estados Unidos destapan la red que operan los carteles desde hace tiempo para traficar con el poderoso opioide.
¿Dónde está pues la información privilegiada del presidente mexicano? ¿López Obrador esconde intencionalmente la verdad o de plano está pésimamente informado por sus colaboradores?
El ridículo internacional ha sido enorme y López Obrador y su gobierno han quedado desacreditados con su equivocada versión.
Ni qué decir de la reacción virulenta del jefe del Ejecutivo en contra de los ocho ministros de la Suprema Corte que declararon inconstitucional la militarización de la Guardia Nacional emprendida por el partido en el poder.
Acusar a ocho juristas —no uno, dos o tres, sino ocho— es una aberración política y jurídica inmensa. ¿Cómo es posible agredir con tal saña y rencor al poder judicial que como tal merece todo el respeto del jefe de otro poder federal?
Finalmente la cacareada austeridad y la campaña anti-corrupción quedaron en entredicho con la revelación de que familiares cercanos al secretario de la Defensa Nacional vacacionan alegremente en Europa a expensas del erario.
Esto se suma a los escándalos de los hermanos de López Obrador recibiendo fajos de billetes y a la casona en Houston de su hijo José Ramón, entre otros muchos casos de presunta corrupción.
En suma, pues, las banderas políticas del régimen de la supuesta cuarta transformación se desploman una tras otra mientras el fin del sexenio —quedan 18 meses— se acerca inexorablemente.
Noticia final…
Muy interesante que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, hable a los diputados mexicanos a la distancia para explicar la compleja situación de la invasión rusa y de paso solicitar el respaldo de nuestro país. Esperemos que algunos trasnochados legisladores junto a ciertos funcionarios públicos entiendan que Rusia es el malhechor y no el héroe como todavía creen algunos.— Hermosillo, Sonora.
jhealy1957@gmail.com
Periodista