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Mérida 233*
La Jornada Maya
Martes 1 de octubre, 2019
Hace 97 años Yucatán era la vanguardia nacional en el reconocimiento de los derechos reproductivos de las mujeres, equidad de género, combate al alcoholismo y preservación del patrimonio arqueológico maya; cuatro de los puntales de la agenda de gobierno de uno de los héroes históricos del estado.
Hace 97 años Felipe Carrillo Puerto era gobernador y su legado de cultura cívica se construía sobre esas líneas; sin embargo, cada uno de esos puntales fue traicionado y abandonado.
¿Qué pasó en Yucatán? ¿Qué sucedió para que un proyecto político, social y económico visionario –un socialismo con vista al mar, como lo llamaron poéticamente algunos académicos– diera paso a gobiernos de ideas rústicas y contradictorias? Pasó el priísmo y sucedieron los priístas.
El PRI y sus gobiernos criminalizaron el aborto en un estado en el que había una legislación de avanzada. En cierta forma la Ciudad de México y Oaxaca están llegando a donde Yucatán estaba hace una década, es sólo que nuestra entidad retrocedió en el garantizar los derechos de la mujer sobre su cuerpo y sus decisiones reproductivas, las más personales, las más complejas y trascendentales.
Resulta paradójico, por no decir otra cosa, que en la tierra donde se llevó a cabo el Primer Congreso Feminista, donde las mujeres por primera vez participaron y resultaron electas para un cargo público en el país, el reloj de la historia haya avanzado en dirección contraria, bajo el estertor del tricolor.
Felipe Carrillo Puerto, también, creía en la equidad de género y en la igualdad de derechos. Hoy la equidad entre géneros, distintas preferencias y manifestaciones sobre cómo ser feliz en la vida, cómo construir afectos y familias, ha sido negada sistemáticamente por ese mismo partido, primero desde el gobierno y después desde la oposición. Tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo se les han asomado las costuras a los supuestos leales seguidores de Carrillo Puerto.
El ‘tricolor’ es un simple usurpador
Entre el cálculo electoral más ramplón y la incapacidad, en su momento, de ponerse a la vanguardia, el PRI no puede reclamar ser heredero de una riqueza y generosidad social e ideológica como la de Felipe Carrillo Puerto, una que en realidad ha deformado y dinamitado; en el mejor de los casos el tricolor es un simple usurpador.
Del alcoholismo ni hablemos, somos un estado que lo consume a niveles per cápita que dan miedo y nadie, por décadas, ha hecho nada. Ahí también hemos transitado de ser un estado en el que se llevaban a cabo campañas de moralización antialcohólica, ya que era uno de los principales enemigos de la causa, a ser hoy –si acaso– el paraíso de la industria cervecera. Salud.
Otro caso para el olvido es la preservación del patrimonio arqueológico maya, pues fue el tricolor el que creó ese monstruo y aberración del orden legal llamado CULTUR, un artificio que en realidad no ha servido para impulsar la investigación en las zonas arqueológicas o la preservación de ese tesoro único. Ese patronato se ha convertido en una penosa caja de cobro que extrae recursos de las zonas arqueológicas invirtiendo casi nada en ellas, en una perpetuada explotación de esa cultura. El monstruo lo creo la visión de gobiernos, también, del PRI.
Así, “de las grandes obras hechas por los grandes hombres antiguos” –como se refirió en un discurso Felipe Carrillo Puerto a la zona arqueológica de Chichén Itzá– hemos pasado al caos, la sobre explotación y, simultáneamente, el abandono presupuestal en zonas arquelógicas como la inercia mecánica de las últimas décadas.
A cien años
Todo esto viene a colación porque en el 2020 se cumplirán 100 años desde que Felipe Carrillo Puerto reorganizó el Partido Socialista Obrero de Yucatán para fundar el Partido Socialista del Sureste y, en el 2022 –a la vuelta de la esquina en el calendario de una sociedad– se cumplirán 100 años del inicio de su gubernatura.
¿Llegaremos a los 100 años del inicio del mandato de Carrillo Puerto con su agenda de cultura cívica en ruinas y absolutamente traicionada? ¿Llegaremos a esa fecha con los derechos de la mujer a decidir sobre su cuerpo acotados y criminalizados? ¿Llegaremos con los derechos de género y el derecho a construir familias cívicas sobre el afecto y no las etiquetas sociales, todavía negados? ¿Llegaremos con índices de alcoholismo que dan vértigo? ¿Llegaremos con zonas arqueológicas al límite de su sustentabilidad y manejo?
Es una fortuna histórica que quienes se dedicaron a regentear el nombre de Carrillo Puerto, pero en realidad destruyeron y traicionaron su visión cívica, ya no estén en el poder y, probablemente, ya no lo volverán a estar por mucho tiempo.
Ése es un logro social y democrático que bien puede aprovecharse para volver a poner a Yucatán en la agenda generosa, humanista, llena de luces y libertades individuales que sigue siendo recordada como un paraíso que pudo ser y nunca fue. Toca nuestro turno para construir el futuro, arropando los liderazgos jóvenes, modernos e incluyentes que elegimos para encabezar el presente.
Hablando de mujeres y traiciones, nos toca a nosotros que los contenidos profundos y universales de la agenda de Felipe Carrillo Puerto –tan vigentes en estos días que deben ser de la mujer, de la diversidad y la verdadera paz– no se conviertan en una agenda peregrina que sea olvidada en esta tierra, como diría otra canción.
*El papel arde a los 233 grados centígrados, tal como lo hace en la inmortal novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451.
Mérida, Yucatán
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