martes , 16 septiembre 2025
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Candidato presidenciable

Reseña de una entrevista

Antonio Salgado Borge (*)

En nuestro país, las oportunidades de ver a un candidato argumentar en respuesta a preguntas críticas son escasas. Esta privación nos impide conocer a las personas y evaluar su capacidad de defender sus ideas con justificaciones razonadas y aceptables. Hace unos días, una de estas oportunidades se abrió inesperadamente: Milenio Televisión, un medio con cobertura marcadamente favorable al partido en el poder, invitó a Andrés Manuel López Obrador a un programa donde sería entrevistado por seis periodistas que le han criticado constantemente.

El propósito de este artículo es revisar la participación del candidato de Morena en este programa. Es decir, este artículo no estará dedicado a analizar el proyecto o trayectoria de AMLO ni a expresar mi intención de votar o no por su partido. La intención de este texto es más modesta: evaluar lo que el candidato a la presidencia de Morena defendió ante sus críticos y la forma en que articuló su defensa.

Dicho lo anterior, empecemos con (1) la seguridad. De acuerdo con lo expresado por AMLO, su objetivo es bajar la incidencia delictiva nacional entre 30% y 50%. Su referente: lo logrado durante su gobierno en la CDMX. Pero quizás lo más relevante de lo dicho por el candidato de Morena en este punto tiene que ver con su diagnóstico. Para AMLO, la actual estrategia de seguridad es una estrategia fallida y “no se puede enfrentar la violencia con la violencia”, ni se puede atajar el problema sólo con el uso de la fuerza. Su estrategia, al menos como la entiendo, tiene dos ejes principales. El primero de estos ejes es (a) rescatar a los jóvenes al garantizarles trabajo y estudio. Una crítica que se le hizo a AMLO en la entrevista es que una estrategia de este corte era necesariamente a largo plazo. Me parece que una crítica de esta naturaleza no tiene sentido y que la respuesta de AMLO, “Siempre se dice lo mismo. Como toma tiempo, no se inicia”, la ataja con contundencia.

Me parece que el punto fuerte de AMLO es válido: los jóvenes han sido olvidados por los recientes gobiernos, que han optado por responsabilizarlos al etiquetarlos como “ninis” y los ha dejado a disposición de grupos criminales, y luego abatirlos o masacrarlos con fuerzas de seguridad. ¿Cómo se puede lograr que los jóvenes estudien, cuando miles son rechazados cada año por falta de espacios? La respuesta: con mayor presupuesto a instituciones de educación y con un acuerdo que incluya a universidades públicas y privadas. De acuerdo con AMLO, darles estudio y trabajo a estos jóvenes costaría $110,000 al año. Sin embargo, uno podría objetar al candidato de Morena que garantizar plazas de estudio es insuficiente, pues se requiere que una vez concluidos estos estudios haya plazas disponibles donde estos jóvenes puedan encontrar trabajo. La idea de una suerte de “New Deal” —un crecimiento económico basado en la inversión del gobierno— no se discutió abiertamente, aunque ésta podría ser, a pesar de las críticas de sectores neoliberales, una opción muy atractiva y con éxito probado.

El segundo eje de la estrategia de seguridad de AMLO es (b) la creación de una guardia nacional y una sinergia entre las instituciones encargadas de la seguridad cuyo alcance no me quedó claro. Este punto es de la mayor importancia, así que resultará fundamental conocer cuál es el plan de Morena en este sentido. La idea de mezclar fuerzas de seguridad puede ser contraproducente si esto no se hace de forma inteligente y transparente. Sin embargo, dos aspectos de la estrategia general son positivos: la primera es que el retiro del ejército de las calles será gradual y sólo una vez que la guardia nacional esté lista para reemplazarle. La segunda es que AMLO se dijo listo para evaluar y someter a consulta la posibilidad de legalizar la mariguana.

Un segundo posicionamiento que es posible rescatar tiene que ver con (2) la corrupción. Me parece que este es uno de los que AMLO defendió con debilidad en el programa. Habló de mirar para adelante, insinuando que habría amnistía para todos los corruptos de este sexenio, con tal de que fuera posible un nuevo gobierno a partir del cual ya no habría más corrupción. Un problema claramente identificable es que esto ya se intentó en México en el pasado. Adolfo Ruiz Cortines fue un presidente increíblemente honesto que dignificó la silla presidencial embarrada de corrupción por Miguel Alemán.

Sin embargo, con el tránsito entre ambos presidentes se inauguró formalmente el famoso pacto de impunidad donde el nuevo presidente no toca al anterior con tal de que el anterior no le ponga piedras en el camino. Y este pacto ha surgido buena parte del problema de corrupción de nuestro tiempo. Sin embargo, a corto plazo, la alternativa podría ser entre lo que AMLO ofrece o más de lo mismo.

Mucho más contundente fue la defensa (3) la reforma energética. Dentro de este tema, es posible distinguir dos posiciones claras. (a) La primera es la idea de revisar todos los contratos que han sido asignados al calor de la reforma. AMLO habló de cancelar los que sean leoninos, que no convengan a los intereses de los mexicanos o que no representen un beneficio para la nación. Y aclaró que sería un procedimiento legal el empleado para revisar estos contratos.

La idea de revisar contratos no es nueva ni descabellada. “No queremos sorpresas como las de Odebrecht”, dijo AMLO. Y, en efecto, este caso es emblemático, pues miles de millones de dólares de distintas naciones latinoamericanas han ido a parar a esta empresa al calor de actos de corrupción del más alto nivel. Presidentes y funcionarios de primera línea han caído o sido enjuiciados en países a lo largo del continente. Sin embargo, en México, a pesar de las pruebas contundentes, no se ha hecho nada al respecto. Por ende, tiene sentido revisar todos y cada uno de los contratos —no sólo los del sector energético— para determinar si alguno forma parte de esta trama o de alguna similar.

Una segunda posición de AMLO con respecto a la reforma energética es (b) impulsar una discusión con el fin de primero consultar y luego enviar desde el Poder Ejecutivo al Poder Legislativo iniciativa para revertir la reforma. El motivo: la reforma ha sido un rotundo fracaso y las promesas con que se publicitó —más petróleo y menores precios— han resultado ser mentira. Aunque (b) es claramente más complejo que (a), poco se puede cuestionar a este diagnóstico.

Pero también vale la pena señalar las posiciones personales de AMLO con respecto a (4) el matrimonio igualitario. El candidato de Morena, para decepción de los que apoyamos el respeto a la diversidad, dijo, a grandes rasgos, que este tema no sería prioritario; que su gobierno respetaría lo que ya está, pero que no intentaría avanzar más en este sentido. ¿El motivo? Priorizar los grandes problemas nacionales, como la corrupción. La razón de fondo, aunque a algunos no nos guste, es explicable: quienquiera que resulte nuevo presidente lo hará con menos de la mitad de los votos, y enfocarse en las coincidencias y las emergencias tiene sentido. Sin embargo, es crucial vigilar de cerca lo que Morena y otros partidos hagan en este sentido —por ejemplo, Meade se reunió hace poco con el impresentable Frente Nacional por la Familia, que a su vez apoyó a Alfredo del Mazo en el Estado de México—. Además, a diferencia de los temas anteriores, someter los derechos humanos fundamentales a consulta es un contrasentido.

Finalmente, (5) me parece que, si se analiza sin filias o fobias, la entrevista tendría que dejar un buen sabor de boca lo mismo a quienes deseamos conocer más antes de decidir el sentido de nuestro voto que a quienes simpatizan con AMLO o, incluso, a quienes le temen. Y es que a pesar de la baja calidad o incluso mezquindad que caracterizaron a algunas de las preguntas formuladas —la excepción, Jesús Silva-Herzog Márquez—, el candidato de Morena se mostró presidenciable y respondió a cada uno de los cuestionamientos con calma y sin aspavientos mostrando lo mismo su conocimiento de problemas presentes que de la historia de nuestro país.

Pero quizás la respuesta más humana y transparente, la más personal y que permite conocer mejor qué piensa y que sueña el individuo de carne y hueso, surgió cuando se le criticó que su sueño de encabezar una “transformación” a la altura de las más importantes de la historia de México implicaba arrogancia o una autoatribuición de demasiada importancia. A ello, AMLO respondió que si sueña y ha luchado tanto por ser presidente no es para ser uno mediocre; que lo que le mueve es ser recordado como Benito Juárez, Francisco I. Madero o Lázaro Cárdenas; que lo que le importa es la nación y el lugar que ésta le dará en la historia.— Mérida, Yucatán.

asalgadoborge@gmail.com

@asalgadoborge

Candidato a doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Maestro en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y maestro en Estudios Humanísticos (ITESM)

Fuente: Diario de Yucatán

 

 

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