Fuente: Diario de Yucatán
La emperatriz Carlota recorrió sola la entidad
El 28 de mayo de 1864 Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Sajonia-Coburgo-Gotha y Orleans arribaron a territorio mexicano por el puerto de Veracruz para asumir el título de emperadores de México.
Poco más de un año después, el 22 de noviembre de 1865, la emperatriz visitó Yucatán, dejando para los anales de la Historia un sinfín de anécdotas que hasta hoy se recuerdan. Entre los mitos y verdades que rodean aquella visita, hay algo en lo que los historiadores concuerdan: la fascinación de Carlota por el Mayab y su gente.
El cronista de Mérida Gonzalo Navarrete Muñoz comparte algunos acontecimientos que tuvieron lugar durante el recorrido de Carlota por Yucatán, adonde llegó sola pues, aunque el viaje habría sido planeado para hacerse con Maximiliano, éste se quedó en Ciudad de México arreglando asuntos.
Navarrete Muñoz considera que el viaje de Carlota obedeció al deseo de extender el dominio del imperio al Sur y dar muestra de la reafirmación de los aliados.
“Yucatán era profundamente imperialista y se rumoró que a Iturbide se le iba a nombrar príncipe de Chichén Itzá, aunque esto no está documentado”, dice.
Recuerda que la emperatriz desembarcó en Sisal en noviembre de 1865 y con pilotes se marcó el camino que recorrió en tierra, pues entonces no había carreteras. Pasó por Hunucmá y quedó fascinada con Mérida.
Hay frases que se atribuyen a la emperatriz en ese viaje, como “no sé de qué se muere la gente aquí, pero de pena y tristeza no, porque aquí todos son felices”.
El cronista afirma que Carlota se sintió maravillada con los jóvenes mestizos de Mérida, que le sorprendieron por rubios y “muy hermosos”, que bien podrían ser mozos a su servicio.
Una de las aportaciones que hizo a la ciudad fue de recursos económicos para que se construyera la verja original de la Catedral. Hace algunos años se fabricó una similar para la iglesia.
También donó dinero a monjas y para efectuar mejoras a diversos edificios.
La emperatriz dijo que la Catedral de Mérida en nada se parecía a otras que había visto en territorio mexicano, pues la de esta ciudad le parecía de estilo europeo.
Navarrete Muñoz agrega que en la capital yucateca Carlota se hospedó en el edificio conocido como El Gallito, al que luego de la visita se denominó “La casa de la emperatriz”. Se cuenta que quedó fascinada con el blanco traje de las mestizas.
En el libro “La suerte de la consorte”, Sara Sefchovich asegura que Carlota se sentía feliz en Yucatán, y lo atribuye a que era bien amada.
Maximiliano no hacía visitas conyugales, algo bastante común en la época, pero Carlota sostenía un idilio con el belga Alfred van der Smissen, capitán de sus guardias, quien se cree fue el padre de un supuesto hijo de la emperatriz, que pudo ser concebido en tierras yucatecas o en el trayecto del viaje.
Al poco tiempo de retornar a Ciudad de México desde Yucatán, la emperatriz emprende un viaje a Europa, lo que se interpreta como una señal de que estaba embarazada. De acuerdo con Navarrete Muñoz, los familiares de Carlota en Bélgica la guardaron y protegieron hasta que nació su hijo, Maxine Weygand, quien fue general del ejército francés.
En Yucatán el chisme del embarazo corrió como reguero de pólvora e incluso se vendió la cama donde se suponía que Carlota tuvo su encuentro con el capitán, objeto que estaría aún en manos de una familia local.
Otro momento relevante del recorrido por la región fue la visita a la hacienda Mucuyché de Peón, entonces propiedad de Manuel José Peón y Loreto Peón y Cano, cuyo hijo Arturo fue nombrado caballero de la corte.
En esa hacienda Carlota se sintió maravillada con los muebles y las lámparas imperiales, y al ver el cenote expresó su deseo de bañarse en sus cristalinas aguas.
El hecho fue motivo de escándalo, pues Carlota se habría quitado el vestido y quedado en ropa interior (blumer hasta las rodillas), lo que “escandalizó a los hipócritas de Yucatán”.
Cuando se supo que se había vuelto loca, el sacerdote de Abalá, municipio al que pertenece Mucuyché, dijo que perdió la cabeza “porque se bañó en el cenote sin haberse refrescado”.
Carlota también conoció Uxmal, donde expresó su admiración por los vestigios arqueológicos. Pretendió crear en las cercanías de Santa Elena la Villa Carlota para alemanes y belgas. El cronista apunta que en haciendas cercanas a Uxmal se puede ver hasta hoy a mujeres de talle y cuello largos, características físicas diferentes a las de habitantes de otras poblaciones.
El capellán de la emperatriz fue el obispo Crescencio Carrillo y Ancona, con quien visitó Campeche.— Iris Ceballos Alvarado
Como princesas
Al conocer a la sobrina del gobernador Joaquín Gutiérrez de Estrada, Carlota dijo a monseñor Crescencio Carrillo y Ancona “qué finas, bonitas y elegantes estas muchachas parecen princesas europeas, no he visto cosa semejante en la república”.
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