lunes , 22 septiembre 2025
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Plaguicidas peligrosos

Rodrigo Llanes Salazar (*)

Fuente: Diario de Yucatán

El pasado 4 de septiembre, la presidenta de México publicó en el Diario Oficial de la Federación el “Decreto por el que se da a conocer el listado de plaguicidas que se determinan como prohibidos en el territorio nacional”.

“Nunca en la historia de México se había hecho una prohibición de este tipo de productos de esta magnitud, la más reciente es en el (19)91, se prohibieron 21 moléculas. Pero 35, nunca”, expresó el Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Julio Berdegué, en la mañanera en la que se anunció el decreto. También informó que seguirán otras dos etapas de prohibición en 2026 y 2027.

Entre los 35 plaguicidas de los que se prohíbe su producción, formulación, fabricación, obtención, elaboración, preparación, conservación, mezclado, acondicionamiento, envasado, manipulación, almacenamiento, transportación, comercialización, distribución, uso, aplicación y disposición final en el territorio nacional, se encuentran algunos de los más utilizados en Yucatán, como el Carbosulfan, Clordano, Clorpirifos-metil, DDT, Endosulfán, Lindano y Paratión.

Aunque, en primera instancia, este Decreto parece representar un paso para la protección de la salud humana y de los ecosistemas, diversos especialistas y organizaciones han señalado algunas serias limitaciones en el decreto.

La doctora Leticia Yáñez, jefa del Laboratorio de Género, Salud y Ambiente de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, señaló en una entrevista con Carmen Aristegui que “no es suficiente sacar un listado de prohibición sin que venga acompañado de un programa de vigilancia” y verificar que ya no estén los plaguicidas en el mercado.

Igualmente, criticó que “parece que el listado salió del “baúl de los recuerdos”, pues se incluyen productos obsoletos, sin registro en México. “¿Cuál es el enojo? ¿Por qué en esa lista no están al menos 3 que son las causantes actuales de la muerte masiva de abejas, fipronil, neonicotinoides y glifosato? (…) Mientras no haya penalización (…), un programa de vigilancia, un acompañamiento con sociedad civil (…) no basta un listado si no viene acompañado de un programa”, cuestionó la especialista en toxicología.

En un sentido similar se pronunciaron la Red Temática de Toxicología de Plaguicidas y la Red para la Evaluación de la Salud Planetaria en Escenarios Sindémicos Emergentes, quienes señalaron en un comunicado que el decreto presidencial “cuidó a la industria y no resuelve el gran problema de los plaguicidas en México”, y la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (Rapam), que afirmó que el decreto se trata de una “medida simbólica, resultado de las negociaciones que coordinó Sader con los grupos empresariales de la industria de plaguicidas de síntesis química para que no afecte sus intereses económicos”.

En julio de este año, la Rapam publicó un nuevo informe sobre los plaguicidas altamente peligrosos autorizados en México y prohibidos en otros países”, contando más de 200 no incluidos en el decreto presidencial. A partir de dicho informe, la Rapam expone que “el decreto presidencial no incluye a ninguno de los plaguicidas altamente peligrosos de mayor venta en México, por ejemplo: el insecticida clorpirifos etilo”, el fipronil y los neonicotinoides, el glifosato y el paraquat”.

Por su parte, el Colectivo Maya de los Chenes, que ha denunciado en los últimos años los episodios de muerte masiva de abejas debido a la aplicación de insecticidas como el fipronil y los neocotinoides, se ha adherido al pronunciamiento de la Rapam.

Se ha cuestionado que el glifosato no se prohibió de manera inmediata (pues un decreto lo prohibió de manera gradual) a pesar de estudios recientes que confirman sus efectos cancerígenos (S. Panzacchi et al., “Carcinogenic effects of long-term exposure from prenatal life to glyphosate and glyphosate-based herbicides in Sprague-Dawley rats”, 2025).

Pero también hay que enfatizar que el decreto presidencial deja afuera al paraquat, un herbicida no selectivo (es decir, que mata toda hierba al destruir las membranas de sus células), de uso restringido y que ha sido prohibido en numerosos países. De acuerdo con Syngenta, la empresa más grande productora de paraquat, este herbicida fue introducido al mercado por ICI en 1962 y, actualmente, más de 750 empresas en todo el mundo están registradas para comercializar el producto. Asimismo, Syngenta destaca que el paraquat es de acción rápida, con resultados visibles en cuestión de horas o días, es eficaz contra malezas resistentes, se inmoviliza rápidamente al contacto con el suelo y es resistente a la lluvia, por lo que puede aumentar los rendimientos de los cultivos. Sin embargo, que sea ampliamente utilizado y genere buenos rendimientos no significa que no sea dañino para las personas.

De hecho, precisamente debido a su alta toxicidad —un solo sorbo del herbicida causa la muerte en humanos—, el paraquat ha sido prohibido por diversos países. Suiza, el país de origen de Syngenta, lo prohibió en 1989. En el Reino Unido, en donde se encuentra una de las plantas productoras más grandes del herbicida, fue prohibido en 2007. La Unión Europea lo prohibió en 2013 y China en 2020. Sin embargo, Reino Unido sigue exportando paraquat a México, Estados Unidos y otros países del mundo, práctica que, de acuerdo con Baskut Tuncak, ex Relator especial sobre sustancias tóxicas y derechos humanos, debe considerarse un asunto de derechos humanos.

A pesar de las prohibiciones, el uso del paraquat ha crecido en los últimos años, especialmente en países como Estados Unidos, en donde, cada vez más, es aplicado en campos de soya, debido a que las hierbas se están volviendo más resistentes al glifosato.

El paraquat también se encuentra entre los plaguicidas más vendidos en México. En Yucatán, es el herbicida más utilizado en diversas regiones del estado. A inicios de la década de 1990, Amarella Eastmond documentó que en Dzan, en el sur de la entidad, “el paraquat, un plaguicida de contacto extremadamente tóxico, se usa extensivamente para limpiar grandes áreas ya que no es selectivo y mata toda la vegetación que toca. Basta derramar unas cuantas gotas en la piel para causar un daño severo y su ingestión puede causar la muerte”.

Un estudio de Alvarado-Mejía, Cobos-Gasca y González-Navarrete publicado en 1994 documentó que el paraquat era el herbicida más utilizado en Dzidzantún, en el norte del estado, y Muna, en el sur. Señalan que “por lo general la reacción pulmonar que sigue a la ingestión del Paraquat es fatal, como en las ocasiones que se utiliza con fines suicidas” (188).

Becerril y Hernández, en un estudio de 2020, también registraron el uso de paraquat en municipios del Anillo de Cenotes, y Ponce-Caballero y sus colegas, en una publicación de 2022 que abarca diversas comisarías de Mérida y municipios del estado, confirman que el paraquat fue el plaguicida más empleado, seguido del corpirifos etílico. Los trabajos de Irma Gómez, Ángel Polanco y otros investigadores también han documentado la presencia de paraquat en el estado.

Ciertamente, como observa Ted Alcorn en un reportaje, cuando el paraquat fue introducido al mercado en la década de 1960 fue recibido como un héroe que, en el marco de la Revolución verde, detonó la productividad agrícola. Sin embargo, como señala el mismo autor, muchos hogares rurales no estaban preparados para los efectos nocivos de dicho herbicida. De uso restringido, el paraquat debe ser aplicado por personas certificadas con formación especializada.

Sin embargo, como observó Eastmond en el caso del municipio de Dzan, en Yucatán, la “preparación manual (de paraquat) en un sistema abierto no es permitida en California, mientras que en Dzan observamos que los productores lo preparaban sin usar guantes, con camisas de manga corta, con pantalones largos pero invariablemente, sin botas de hule y en ocasiones descalzos”. Esta práctica de manejo es común en los municipios yucatecos y en muchas otras partes del mundo.

Además de los riesgos de la exposición por accidentes, el paraquat también es ampliamente utilizado en la comisión de suicidios. De acuerdo con algunos estudios, países como Corea del Sur y Sri Lanka han reducido sus tasas de suicidio por plaguicidas, incluso a la mitad, después de la prohibición del paraquat.

Y, como en el caso de otros plaguicidas altamente peligrosos, el paraquat ha sido asociado con diversas enfermedades, incluyendo cánceres y Párkinson. El año pasado, Kimberly C. Paul y sus colegas publicaron un artículo en una revista científica en la que hallaron que la exposición al paraquat incrementa el riesgo de enfermedad de Párkinson (“Agricultural paraquat dichloride use and Parkinson’s disease in California’s Central Valley”).

Asimismo, en diciembre del año pasado, el Departamento de Regulación de Plaguicidas de California publicó dos informes preliminares sobre la exposición al paraquat, uno sobre los potenciales riesgos ecológicos y otro sobre potenciales riesgos a la salud humana, en los que, tras hacer una revisión de la literatura científica, plantean que la exposición a dicho herbicida representa un riesgo para mamíferos y aves, y reconocen que, aunque es complicado establecer una relación directa causal, existen evidencias de asociación entre la exposición al paraquat y cáncer de tiroides, asma, daños pulmonares y renales y defectos de nacimiento. Desde luego, Syngenta niega todas estas asociaciones.

El paraquat debe estar en las siguientes etapas de prohibición de plaguicidas altamente peligrosos. Como señalan los especialistas, el problema debe abordarse no sólo mediante un decreto de prohibición, sino también de vigilancia, sanciones y acompañamiento de las comunidades. Sólo así se darán pasos sustanciales para la protección de la salud humana y los ecosistemas.— Mérida, Yucatán

rodrigo.llanes.s@gmail.com

(*) Investigador del Cephcis-UNAM

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