lunes , 8 diciembre 2025

“No hay Dinero” en la Cultura

Fuente: Diario de Yucatán

La innovación en administración será la fuente más duradera de ventaja competitiva —Gary Hamel

Ante las diversas solicitudes de apoyo a las dependencias gubernamentales de la cultura por parte de los creadores, intérpretes, gestores, curadores, instituciones educativas y museológicas, etc, la respuesta más frecuente es la falta de presupuesto: “no hay dinero”, lo cual podría ser en parte verdad frente a la disminución de los recursos asignados al sector.

No obstante, ante la falta de los mencionados recursos, la dependencia debería desarrollar la creatividad o la capacidad de generar ideas novedosas y útiles para hacerse de manera legal de recursos privados e institucionales mediante mecanismos de colaboración, como donaciones, fideicomisos, etc. Para ello, debe convocarse a las personas de la cultura para que aporten ideas y estrategias encaminadas a la formación de innovadores modelos de gestión gubernamental y generar alianzas creativas con la sociedad, la comunidad artística y el ámbito económico (prestadores y productores de bienes y servicios).

El mes pasado el Poder Legislativo federal reasignó 1,985 millones de pesos al presupuesto del sector cultural de 2026, para llegar a un monto de 15,082.889,146 pesos en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2026, registrando una reducción real de 4.57% respecto de 2025, además de que es significativamente menor en términos reales debido a la inflación.

Desde la creación de la Secretaría de Cultura del gobierno de México en 2015, el presupuesto ha venido en picada, con una disminución de cerca del 30%. Del monto total, 97.61% se destinará a gasto corriente (erogaciones en servicios personales, sueldos y salarios, pago de bienes y servicios, etc.) y el resto, 2.38%, a gasto de inversión.

En América Latina los recursos para el sector cultural son por lo general limitados en comparación con los estándares internacionales que recomiendan destinar al menos el 1% del gasto público a la cultura; México está lejos de alcanzarlo. Es fundamental que el presupuesto asignado se incremente de forma progresiva y sostenida.

El argumento de “no hay dinero” no solo apoya la citada justificación, sino que también confirma una realidad en nuestra entidad: desaparición de museos, falta de mantenimiento a teatros, centros culturales sin programación relevante, docentes de la Universidad de las Artes con salarios bajos, orquestas que apenas sobreviven, creadores sin apoyos significativos, etc.

Argumento que simplifica de forma displicente un problema para convertirlo en una disculpa política; pero esta situación es mucho más profunda: cumplir con obligaciones constitucionales, la democratización, acceso e inclusión de la cultura y las artes de la ciudadanía y a la comunidad artística y sin importar su origen social, económico, cultural o filiación partidista.

Además, hay que dejar de considerar los apoyos y nombramientos por amiguismos y nepotismos (consanguíneo o de afinidad), y no excluir la participación de los discrepantes y críticos que poseen capacidades y experiencia (o de quienes, como se comenta en el mito urbano, están en “lista negra”).

Hay que advertir que el sector cultural en Yucatán (Sedeculta) no puede seguir operando como una administradora de eventos: ferias, espectáculos y festivales, o peor aún, con proyecciones de espectáculos “conservadores-salinistas” (Juan Gabriel en el Palacio de Bellas Artes en 1990) en Tizimín el 6 de diciembre, perdiendo su misión cultural-educativa, sino que debe diseñar, coordinar y ejecutar políticas públicas para promover la creación, difusión, preservación y acceso universal a las expresiones artísticas y culturales del Estado.

Debe enfocarse en cumplir las expectativas ciudadanas y de la comunidad artística, no empleando el presupuesto en caprichos costosos (como el espectáculo de la cantante Julieta Venegas el 16 de noviembre en Valladolid), además de encontrar soluciones con una visión de liderazgo y capacidad, convirtiendo la cultura en un proyecto.

Hay que decir que uno de los peores rasgos del deterioro de la política cultural es la falta de capacidad de quienes ocupan cargos en el sector, ya que están llenos de soberbia e incapacidad de dar soluciones, así la incompetencia para establecer el diálogo con actores culturales relevantes.

Es evidente el presupuesto gubernamental asignado es escaso y mal ejercido, y lo que la dependencia necesita es creatividad y capacidad de concebir soluciones novedosas, tendientes a mejorar la eficiencia y crear valor público, así como legitimar sus acciones (transparencia) con la participación ciudadana y con el consenso de la comunidad artística y académica. Finalmente, hay que volver a decir que es vergonzoso seguir justificando la falta de resultados con la disminución presupuestaria.

Crítico y curador.

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