viernes , 12 septiembre 2025
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La Piedra de Rosetta

Franck Fernández Estrada (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Hay personajes que en algunas personas generan entusiasmo y en otras personas desprecio. Sin lugar a dudas, Napoleón es una de ellas. Napoleón invadió media Europa bajo el pretexto de llevar, primero a todos los confines de Europa, y después al resto del mundo, los preceptos de la Revolución Francesa. No nos engañemos, lo que buscaba Napoleón era entronizarse como emperador del mundo. No en balde se le consideraba un anticristo. Se enfrentó a un fuerte enemigo en su dominio por el mundo: la Gran Bretaña.

Para 1798 es Gran Bretaña quien domina Egipto. Si bien para la época no existía el Canal de Suez, de todas formas era una gran ruta de comunicación entre Europa y los dominios ingleses de Asia, en particular la India. Napoleón, con grandes dotes para la guerra y amante de la Historia, consideró necesario conquistar Egipto para dominar el flujo de comercio mundial y, al mismo tiempo, llevar consigo una gran expedición de científicos de toda naturaleza para tratar de desentrañar milenios de silencio de la antigua y próspera civilización de los faraones.

Para estas fechas, el destino de Napoleón iba viento en popa. Tenía solo 29 años y ya había impresionado al mundo en lo que la historia llama las Batallas de Italia contra las tropas austriacas. Él se consideraba predestinado al futuro que se había ideado para sí mismo. Ese año de 1789 llega la armada francesa al puerto de Alejandría con miles de soldados y los 667 más importantes eruditos franceses. Como a Alejandro Magno, a Napoleón le fascinaba esta civilización. Como el macedonio, consideraba que Egipto tenía que ser la piedra angular de su futuro imperio, impregnado por la historia de esta nación de faraones, considerados dioses y cuyo imperio duró más de 2000 años.

Mientras los militares se dedican a las batallas, en El Cairo se crea un cuartel general para los científicos. De inmediato se dedican a estudiar, medir, poner patas arriba, dibujar, comparar todo lo que encontraban. Mientras los científicos hacían sus trabajos, la flota inglesa logra cercar a la francesa y destruirla a base de cañonazos. Los ingleses imponen un bloqueo que duró casi dos años a los franceses en tierra firme egipcia. Napoleón, cobarde como siempre, abandonó a los suyos en el sitio y regresó a París.

Por su parte, el importante grupo de científicos continuaba el trabajo para el que había sido llevado a tierras egipcias. Para julio de 1799, los franceses aún mantenían sus posiciones, reforzándolas ante la posibilidad de una invasión inglesa. Al oeste de Alejandría había una pequeña ciudad, llamada Rosetta, Rashid en árabe. Los franceses querían fortalecer el fuerte de este lugar. Sabemos que al levantarse muros se utiliza cualquier piedra que se tenga el alcance de la mano. Fue así como vieron una gran piedra negra a la que nadie le había prestado atención desde la época de los faraones. Al liberar la gran piedra de la arena, se dan cuenta de que es una tablilla, sobre cuya superficie se ha grabado algún texto en tres idiomas: el griego antiguo, el demótico (que era el idioma que hablaba el pueblo raso en Egipto) y los jeroglíficos, idioma sagrado. Hasta este momento nadie sabía leer los jeroglíficos, pero todo el que veía aquella piedra se daba cuenta que esto podía ser un elemento importante para su comprensión.

Las medidas de esta piedra son 1,12 m de alto, 0,76 m de ancho y 0,28 mm de ancho con casi 75 kilos. El oficial del lugar da la orden que se envíe a El Cairo. De inmediato entendieron que los tres idiomas presentaban el mismo texto. El texto habla de algo administrativo, un decreto, relacionado con un aniversario del faraón Ptolomeo V. Tablas de este tipo se presentaban a la puerta de todos los templos del país para informar al pueblo. La noticia del descubrimiento de esta piedra corrió por toda Europa. Se entendió que sería un elemento clave para la comprensión de la escritura jeroglífica. Pero no olvidemos que hay guerra. En el momento de la rendición de los franceses, los ingleses exigen que se les entregue la Piedra de Rosetta, como ya era internacionalmente conocida.

Se puede decir que se bien la campaña de Napoleón en Egipto desde el punto de vista militar fue un desastre absoluto con la destrucción total de la armada francesa a manos de la inglesa y la pérdida de más de 9000 soldados franceses, desde el punto de vista científico y cultural fue un gran éxito. Este evento marca el nacimiento de la arqueología moderna. El descubrimiento de la Piedra de Rosetta da la impresión a todos de que, por fin, serán descubiertos todos los secretos del antiguo Egipto.

La Piedra de Rosetta tiene un problema: no está entera. En la parte superior, donde se encuentra la escritura jeroglífica, solo hay 14 líneas y en la parte demótica solo hay 32 mientras, mientras que la parte griega tiene 54 líneas. En 1801, los ingleses terminan el bloqueo invadiendo Alejandría. A los franceses se les permite retirarse, llevándose sus objetos personales. Sin embargo, los ingleses exigen llevarse a su país todos los descubrimientos que han hecho los franceses, incluyendo la Piedra de Rosetta. Es en estos términos que en febrero de 1802 llega, junto con muchos otros tesoros egipcios que hoy podemos ver en el British Museum, el objeto que posiblemente sea el más importante de todos: la Piedra de Rosetta.

En cuanto a los franceses, habían hecho copias del original de la piedra y entre franceses e ingleses se desarrolla una verdadera batalla contra el tiempo para ver quién primero logra descifrar los jeroglíficos. Científicos de todo el mundo se enfrascan en tratar de entender esta milenaria escritura, sabiendo que aquel que descubra su significado recibirá la gloria eterna. Una vez la Piedra de Rosetta en Inglaterra, se hacen copias de la piedra original que se envían a las grandes universidades del mundo. La curiosidad es inmensa ante el desconocimiento de lo que aportará la comprensión de esta escritura. ¿Acaso las respuestas que aportará la piedra cambiarán las ideas sobre la religión, la ciencia y la historia? ¿qué será de las creencias fundadas sobre la Biblia? ¿descubriremos las técnicas mágicas que permitieron levantar tamañas pirámides? ¿porque desapareció esta civilización?

Durante años, eruditos y científicos trataron de entender el significado de esta antigua escritura utilizando como base el griego antiguo inscrito en la parte baja de la piedra. A pesar de los múltiples fracasos y el paso de los años, la fascinación por la Piedra de Rosetta no disminuía. Al cabo de 15 años, un joven científico francés, Jean-François Champollion, comienza a dar pasos en el entendimiento de la lengua domótica y, consecuentemente, de los jeroglíficos. De Jean-François Champollion se cuenta la leyenda que cuando su madre lo portaba en su vientre un brujo le dijo que su hijo sería un hombre que aportaría luz al pasado.

Champollion nació en 1790 en la ciudad de Fisag, en la familia de un librero. Desde pequeño estaba fascinado por la campaña egipcia de Napoleón. Fue su hermano mayor Jacques-Joseph, el que le leía los escritos de esta expedición y alimentaba la imaginación del chico de 11 años. Todo se acelera cuando uno de los primos de los Champollion regresa de la campaña de Egipto trayendo una copia de la piedra. El objetivo de Jean-François es ahora poder leer los jeroglíficos y descubrir los misterios de las piedras. Se dedica a estudiar lenguas orientales y mediorientales para facilitar su trabajo.

Gracias a un muy complejo trabajo de comparación fue logrando identificar letras en los jeroglíficos. Cuando Jean-François hace público su descubrimiento, se convierte en la persona de moda entre la sociedad francesa. Todo el mundo quería conocerlo e invitarlo a su mesa. Decide entonces hacer la lista de todos los faraones con los años de su reino. Es de esta forma que, con Jean-François Champollion, nace la egiptología. Ahora, gracias al descubrimiento de la Piedra Rosetta, todos los jeroglíficos de Egipto, lo mismo se encuentren en las paredes de los templos, en los sarcófagos, en los papiros y por doquier, podrán hablar y podrán contarnos su historia.

A pesar de que se le otorga la dirección del recién creado Departamento de Egiptología del Museo del Louvre, Champollion tenía otros proyectos. Su deseo era ir personalmente a Egipto. Con el Museo de Egiptología de Turín se organiza en 1852 un viaje, una travesía por el Nilo. Estaba como loco en Egipto, corriendo de un lugar a otro, como un niño. Quería leerlo todo. Su mayor deseo era establecer un orden cronológico en el reinado de los faraones de fEgipto. Es a Jean-François Champollion que se debe el nacimiento de la egiptología y el conocimiento de las creencias e historias de esta gran civilización del pasado.

(*) Traductor, intérprete y filólogo.

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