Mérida, 4 de noviembre de 2025.- Por primera vez en la historia de Yucatán, un altar de Día de Muertos se instaló dentro de un cenote, en homenaje a los campesinos que durante generaciones encontraron en esos espacios sagrados el sustento para sus familias.
El hecho ocurrió en el cenote Wolpoch, ubicado en el parque ecológico HomunJá, en el municipio de Homún, donde la cosmovisión maya se entrelaza con la tradición católica en una ofrenda inédita.
Sergio Grosjean Abimerhi, historiador, espeleólogo y propietario del sitio, explicó que la instalación simboliza el regreso al Xibalbá, el inframundo maya.
“El cenote representa el primer nivel que las almas debían atravesar en su tránsito hacia el cielo. Para los mayas, el universo tiene tres planos: el cielo, la tierra y el metnal o inframundo”, detalló.
Wolpoch —que en maya significa “serpiente venenosa”— conserva improntas de manos de antiguos mayas, evidencia de rituales que confirman su carácter ceremonial.
Desglose de significados
El altar se diseñó con tres niveles que representan los planos del cosmos maya. Don Benito Chim Pisté, guardián de las tradiciones locales, explicó que cada sección contiene elementos que reflejan la vida de los campesinos: pencas de henequén, metates, calabazos, pan, pozole, semillas y herramientas de trabajo.

“Todo lo que está aquí fue parte de su vida cotidiana; el henequén fue su economía y su sustento”, comentó.
Entre los elementos que destacan está una cruz que simboliza el sincretismo religioso. “Para los mayas, la cruz representaba la Ceiba, el árbol sagrado que une los tres niveles del universo. Su incorporación en los altares facilitó el encuentro entre la cosmovisión ancestral y la fe católica”, explicó Grosjean.
De este modo, la cruz en el cenote no sólo representa un símbolo cristiano, sino también un puente cultural.
El cenote Wolpoch, hoy restaurado, fue rescatado por Grosjean y su equipo en 2016, tras haber sido utilizado como basurero por décadas.
“Sacamos más de 200 metros cúbicos de escombro y lodo, todo de forma manual. Respetamos las formas naturales y preservamos un árbol que podría tener más de 300 años”, relató el investigador.
Altar con significado
El altar está dedicado a campesinos fallecidos que fueron amigos del propio Grosjean, cuyos nombres se incluyeron en la ofrenda.
“Este altar honra a quienes usaron este lugar para sacar agua, alimentar a sus animales y sostener la vida del campo. Ellos representan generaciones que encontraron en los cenotes su fuente de vida y conexión espiritual”, expresó.
Además del valor simbólico, el cenote Wolpoch se mantiene como ejemplo de conservación ecológica.
“El agua está limpia, con peces endémicos que muestran su equilibrio natural. Pero debemos cuidarlos: evitar bloqueadores y llevarse la basura. De los 106 municipios del estado, sólo Mérida tiene relleno sanitario”, advirtió Grosjean.
Esta ofrenda en el corazón de la tierra yucateca trasciende lo ritual. Es un homenaje a la memoria campesina, al trabajo y a la relación ancestral entre los mayas y sus cenotes.
Cada objeto del altar —del henequén al quinqué, del pozole a la cruz— evoca siglos de resistencia cultural. “
¿Qué mejor forma de honrarlos que hacer un altar dedicado a ellos?”, concluyó Grosjean.
En el silencio del cenote Wolpoch, los muertos vuelven a tener voz.
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