Franck Fernández Estrada (*)
Fuente: Diario de Yucatán
La importante batalla de Lepanto, librada el 7 de octubre de 1571, es uno de los enfrentamientos más importantes de la Historia, no solo por su impacto militar y político sino también por las innumerables historias y anécdotas que surgieron con ella.
Esta batalla marcó un punto de inflexión en el conflicto entre las potencias cristianas de Europa y el Imperio Otomano, cuya expansión parecía imparable en el Mediterráneo. Pero, además de la victoria cristiana, algo que también hizo memorable esta batalla para muchos fue la participación de Miguel de Cervantes, el autor de la famosa novela “Don Quijote de la Mancha”. Cervantes combatió en la batalla. La misma fue uno de los hitos más significativos de su vida.
Lepanto no solo dejó huellas físicas en Cervantes, sino también en su obra literaria. La historia de Lepanto y su impacto cultural trasciende lo meramente bélico, siendo una de las fases fundamentales para comprender la historia de la Europa moderna.
Para entender la importancia de esta batalla, es esencial conocer el contexto histórico en el que se libró. A partir del siglo XV, y durante el siglo XVI, el Imperio Otomano, que había crecido rápidamente desde su fundación en el siglo XIII, se había convertido en una de las potencias más temidas del mundo, tanto en Europa como en Asia.
Su expansión por el Mediterráneo, así como sus conquistas en el norte de África, amenazaban las rutas comerciales y las naciones cristianas en Europa. En particular, el avance de los italianos hacia el Este y el control de las rutas marítimas de Italia y España alarmaba a los países cristianos. Aparte, en respuesta a esta amenaza, una coalición de naciones cristianas formó lo que se conoció como la Santa Liga. Su propósito era frenar el avance otomano en el Mediterráneo. La coalición estaba formada por España, bajo el reinado de Felipe II en esos momentos; Venecia, el Papado y otras pequeñas potencias italianas.
El liderazgo de la flota cristiana recayó en Juan de Austria, hijo ilegítimo del emperador Carlos V y hermanastro del rey Felipe II. Juan de Austria era un joven de gran valentía y habilidad militar, razón por la que fue designado para comandar la escuadra cristiana.
Por otro lado, el comandante de la flota turca se llamaba Alí Pachá, quien contaba con una armada más numerosa, con alrededor de 250 barcos, mientras que la flota de la Santa Liga estaba compuesta por aproximadamente 200 embarcaciones. A pesar de estar en inferioridad numérica, los cristianos lograron organizar una flota mejor entrenada y equipada lo que, en última instancia, les permitió ganar la batalla. La batalla de Lepanto se celebró en el golfo de Lepanto, en la costa occidental de Grecia. Fue un enfrentamiento directo entre las dos flotas, donde las galeras de la Santa Liga se enfrentaron cara a cara con las fuerzas otomanas. Las galeras eran barcos de remos, propulsados por un equipo de remeros. Las tácticas navales de la época requerían que las embarcaciones se acercaran lo suficiente para lanzar ataques directos.
La batalla fue una lucha feroz y sangrienta que duró varias horas. Estuvo marcada por el uso intensivo de artillería. Los cristianos, a pesar de su menor número, lograron una victoria decisiva, destruyendo una parte significativa de la flota otomana. Los otomanos, aunque todavía contaban con una parte importante de su flota, ya no pudieron mantener su control absoluto sobre el Mediterráneo. La batalla significó una interrupción crucial en su expansión. El impacto fue inmediato: el Imperio Otomano sufrió una gran derrota, perdiendo alrededor de 30,000 hombres entre muertos, heridos y prisioneros. La victoria cristiana no solo detuvo el avance otomano en el Mediterráneo, sino que también se percibió como un triunfo de la cristiandad sobre el islam. En este contexto, la batalla adquirió una enorme carga simbólica.
Miguel de Cervantes en ese momento era un joven soldado que estaba al servicio de la corona española. Cervantes, nacido en 1547, tenía alrededor de 24 años cuando se unió a la flota de la Santa Liga para luchar contra los otomanos. Fue asignado a una de las galeras que formaban parte de la escuadra cristiana. En la batalla se encontraba bajo el mando del almirante Don Álvaro de Bazán. Don Miguel, que no era un soldado experimentado, participó directamente en la lucha y, como miles de otros hombres, se enfrentó cara a cara con el enemigo. Durante la batalla, Cervantes fue gravemente herido en el hombro izquierdo, lo que le causó una incapacidad permanente. La lesión le dejó incapacitados la mano y parte del brazo izquierdos, lo que más tarde se convertiría en una de sus características más conocidas. De hecho, a lo largo de su vida se le conoció como “El Manco de Lepanto”. Esto, sin embargo, no fue suficiente para frenar su determinación y su contribución a la literatura.
Después de la batalla, Cervantes pasó un tiempo recuperándose de sus heridas, pero su vida tomaría un giro dramático. En 1575, fue capturado por piratas otomanos mientras regresaba de un viaje a Italia, lo que lo llevó a pasar cinco años como prisionero en Argel. Durante su cautiverio, Cervantes siguió pensando en su experiencia en Lepanto. Muchos de los temas y valores que surgieron durante ese conflicto serían posteriormente reflejados en su obra más conocida, “Don Quijote de la Mancha”. En sus memorias, Cervantes no solo reflexionó sobre el valor del sacrificio de los soldados cristianos en Lepanto, sino también sobre la caballerosidad, el honor y la justicia. Lepanto fue para él un referente de honor militar. Muchas de sus obras reflejan el ideal de lucha por la justicia y la libertad, que fue tan crucial en ese momento de la historia. En sus escritos, a menudo se refería a la batalla como una “gran hazaña”, “victoria de la cristiandad” y un símbolo de la lucha heroica por defender los valores que consideraba fundamentales.
Aunque la batalla de Lepanto fue una victoria decisiva para los cristianos su impacto no fue solo militar, sino también cultural. La victoria tuvo una enorme repercusión en la moral de las potencias cristianas, que vieron en ella una clara afirmación de su poder frente a un enemigo formidable. La lucha en la célebre batalla no solo fue vista como una defensa del cristianismo, sino también como una reafirmación del espíritu europeo frente a la expansión otomana. El papel de Cervantes, con su participación directa en la batalla, hizo que la batalla fuera un tema recurrente en la cultura española. Años más tarde, en “Don Quijote”, Cervantes no solo aprovechó la figura del caballero para relatar aventuras y desventuras, sino también usó la figura de la batalla para explorar los temas de la caballerosidad, el heroísmo, la lucha contra los enemigos externos y el sacrificio personal.
La batalla de Lepanto fue una victoria militar que detuvo la expansión del Imperio Otomano en el Mediterráneo, pero también fue un momento clave en la historia de la cultura europea. La participación de Cervantes en esta batalla no solo marcó su vida de manera física, sino que influyó profundamente en su obra literaria. Las ideas de honor, valentía, justicia y sacrificio que le fueron propias a esta victoria se reflejan en sus escritos y en la creación de uno de los personajes más emblemáticos de la literatura universal: Don Quijote de la Mancha. Así, la batalla de Lepanto, además de ser un evento decisivo en la Historia, sigue siendo una fuente de inspiración y reflexión para generaciones venideras.
(*) Traductor, intérprete y filólogo.