Por Pedro F. Rivas Gutiérrez.
Señor(a) político(a):
¿Tú quieres que sea un pueblo orgulloso y feliz? Pues no me sobajes. No me hagas sentir que te debo la vida por lo que haces con mi dinero, porque eso me ofende y me humilla.
No dupliques mi sentimiento de esclavitud. Por un lado soy esclavo de los impuestos que te pago y, por otro, soy esclavo de lo que haces con ellos. No sólo no me preguntas, sino que además me acarreas para festejarte cuando saludas con sombrero ajeno. Cuando me necesitas ahí estoy, cuando yo te necesito debo esperarte el tiempo que te dé la gana. Y a veces ni así.
Sí, alguna vez voté por ti. ¿Y qué? ¿Por eso estoy obligado a serte fiel hasta que la muerte nos separe y a soportar tu peso sobre mis hombros y sobre los de mi descendencia hasta la quinta generación?
Voté por ti porque quería que ganaras, porque creí en tus promesas, porque pensé que necesitabas mi voto. Si hubiera sabido que ibas a hacer trampa, no hubiera votado por ti. ¿Para qué me haces sentir que necesitas mi voto si estás decidido a “ganar” a como dé lugar? ¿No es una falta de respeto para conmigo el hecho de que hayas comprado el voto de otros cuando a mí no me pagaste el mío? ¿Te pareció que el mío no valía o valía menos? A nadie le gusta descubrir que fue engañado. Y considerando que el dinero de los partidos es dinero público, el engaño es doble, compras a la gente con su propio dinero.
No me des migajas, dame oportunidades. Haz por mí solo aquello que por el momento yo no pueda hacer por mí mismo. Crea la infraestructura, los estímulos y las facilidades administrativas para que pueda tener un mejor empleo, seguro y bien pagado. Dame información, ayúdame a obtener préstamos, facilítame la forma de echar a andar y mantener funcionando mi negocito. Dame acceso a capacitación para mí y para mis colaboradores.
Conéctame con el mundo, ábreme puertas. Dame las mismas oportunidades que a los demás en la obra, bienes y servicios públicos, no los “compadrees” ni me obligues a “mocharme”. Dame seguridad y paz. Yo haré el resto, que no es poca cosa.
Tú no generas la riqueza, sólo la administras. Y lo debes hacer en mi nombre y en el de todos los demás que, como yo, ponen a tu disposición los recursos para que cuando seas gobierno nos prestes los servicios públicos a que estás obligado y cuando seas oposición pugnes porque así sea. No te damos el dinero para que te lo robes o lo malgastes en ti mismo y en tu imagen o la de tu partido. Los partidos son parte de la sociedad y no al revés. Como también el gobierno es servidor de la comunidad y no al revés.
Estoy harto de tu heroísmo de oropel y lentejuelas. Estoy hasta la coronilla de tus francachelas y de tus excesos, ya me cansé de pagarlos. Me molestan tu soberbia y tus pleitos egoístas porque “no te reconocen” lo que tú supones que mereces. Me cae muy mal que cuando ganas supongas que es por tus méritos y cuando pierdes me eches la culpa. Ya no creo en ti.
¿Me vas a decir que yo soy igual? ¿Que también soy ambicioso y soberbio, que también tengo mis debilidades y mis excesos? Puede ser, sólo que para serlo y para tenerlos no uso tu dinero, uso el mío.
¿Me quieres recuperar? Tendrás que ganarme… o comprarme. Nada más que, en este último caso, quiero que sepas que cada vez seré más caro, porque ya me he dado cuenta de que tú me necesitas más que yo a ti.
Saludos.